El pasado viernes, una delegación de las Comunidades Judías de España visitaba el Palacio de Los Condes de Santa Ana, en cuya sala de exposiciones se mostraba una exposición del pintor lucentino Manuel Roldan, sobre temática religiosa cristina.

Según hemos podido conocer, los organizadores del acto, por parte de la Comunidad Judía, decidieron tapar las imágenes de la exposición para «no herir la sensibilidad de los ínclitos visitantes», cuyos principios religiosos les impedía contemplar la imagen procesional de vírgenes y cristos pintados por su autor.

No sabemos hasta que punto, si o no, la Delegación de Cultura estuvo al corriente de los hechos, pero si no lo estuvo, según declara la Concejala Delegada Mamen Beato, este hecho fue totalmente ilegítimo e impropio, dado que no fue autorizado por el Ayuntamiento.

La cultura no puede ser objeto de censura en un país democrático, el arte pictórico, como cualquier otra actividad cultura pertenece al ámbito de los derechos fundamentales de la ciudadanía a expresarse libremente. Así se configura en nuestra Constitución como un derecho fundamental:

Art. 20 de la CE:

1. Se reconocen y protegen los derechos:

           a)A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción.

          b)A la producción y creación literaria, artística, científica y técnica.

         c)A la libertad de cátedra.

        d)A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de estas libertades.

2. El ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa.

Nuestro total rechazo a dicha e insólita actuación por parte de los organizadores no autorizados y nuestro apoyo sin paliativos a nuestro pintor local Manuel Roldán. El respeto a la expresión cultural de cada comunidad debe ser la norma que una a las distintas poblaciones, grupos sociales, religiosos, étnicos, etc.

El cubrir las pinturas de la exposición de Manuel Roldan es una prueba de demasiada atención que no podemos compartir. El respeto de las otras culturas no puede y no debe suponer a la negación de nuestra. La convivencia cultural pasa por el respeto compartido a las diferencias de cada lugar, de cada sociedad y cada cultura.

La única sensibilidad herida ha sido la de los ciudadanos de Lucena.